sábado, 6 de octubre de 2012

Victoria clara para comenzar el campeonato (68-93)

El Palencia comenzó la temporada con una contundente victoria en Ourense en un partido muy completo en el que hizo gala de una notable efectividad, pasó como un ciclón y dejó muy buenas sensaciones.
Comenzó el partido muy igualado, con alternancias en ataque y equilibrio en el marcador, mínimas ventajas y un Palencia que aguantaba los envites locales. Se puso por delante el Palencia varias veces, pero con rentas mínimas hasta que en la recta final del primer cuarto cogió distancia gracias a su acierto ofensivo con Bravo y Forcada asumiendo protagonismo. El Ourense se fue diluyendo y el Palencia lo aprovechó para alcanzar una renta de 11 puntos con los que cerró el primer cuarto.
Salió enrabietado el Ourense en el segundo pero su triple inicial no intimidó a los palentinos, que respondieron con uno de Zamora para mantener la hegemonía. Se entró en unos minutos de imprecisiones donde la ansiedad de los locales era contrarrestada por la eficacia de los de Lezkano. El juego era del Palencia, más compacto que un rival que solo respondía en acciones aisladas, con Barbour como jugador determinante. Al Palencia no le tembló el pulso y no bajó su ritmo ante las canastas de un Ourense cuyo técnico pedía tiempo muerto a casi tres minutos del descanso, con los de Lezkano mandando 32-45 (gracias a un 5-16, con dos triples de Bravo y Garrido) que despejaba cualquier duda. Zamora y Garrido eran los mejores anotadores palentinos.
McDermott y Tveidt añadieron dos nuevas canastas en el primer minuto de la reanudación y un triple de Garrido puso 20 puntos de diferencia y motivó un tiempo muerto gallego. No sirvió de nada porque el Palencia seguía su implacable ejecución de un rival que se descomponía. Y otra vez Garrido y Tveidt sumaban cinco puntos para desangrar a los locales (que tiraban la toalla tras encajar un 0-12). El acierto de Garrido era notable y una nueva canasta le erigía en el verdugo de un Ourense sin respuesta. Cinco puntos seguidos de Barbour fueron la tímida réplica de un Ourense que intentaba que el marcador no fuera tan humillante, jugando un baloncesto atolondrado y vertiginoso que no hacía más que acentuar sus errores. El Palencia, además, se movía en unos registros estadísticos sobresalientes e invalidaba todo lo que hacía su rival, que lograba bajar de los 20 puntos, hasta que un triple de Fornas ponía otra vez la misma distancia. Barbour seguía haciendo su partido y el estadounidense, individualista, resolvía casi todas las jugadas de ataque de su equipo ante la apatía de sus compañeros.
El último cuarto resultó un trámite pero a pesar de ello, cuando apenas había pasado un minuto y medio, el técnico del Ourense solicitó un nuevo tiempo muerto. Nada cambió, salvo que el Palencia sólo jugaba contra Barbour y el partido era un correcalles. El Palencia sostenía su supremacía manteniendo su acierto y siendo tolerante con un Ourense que maquilló sus estadísticas.

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