lunes, 10 de diciembre de 2012


Un total de 2.213 carnets del Palencia Baloncesto tienen dueño, y se utilizan, esta temporada, todo un récord de abonados que mantiene la progresión, paso a paso, del club cuyo equipo milita en la LEBOro.

El club palentino se asienta por encima de los dos millares de seguidores fijos, una docena de los cuales expone sus diferentes experiencias, vivencias y anécdotas al lado de su equipo de baloncesto.

   eva garrido


El Palencia Baloncesto ha logrado este año superar nuevamente el récord de abonados, por encima de los dos millares · Una docena de ellos cuenta sus experiencias en las gradas

JESÚS, MARÍA Y ESTHER
Jesús y Esther venden a diario «buena fruta» en Frutas y Verduras Esther, en la Plaza de Abastos. La misma con la que recobra vitaminas la plantilla morada tras cada partido lejos de Palencia, «la razón por la que ganan fuera», dice Jesús entre las risas de su mujer y su hija María. La más joven de la familia empezó a jugar en las categorías inferiores del CDMaristas (ya es junior) y, recuerdan sus padres, «empezamos a ir todos, hace cinco o seis años». «Ya me gustaba», dice Jesús, «había jugado en el colegio, en tierra, en el Ave María, pero empezó a gustarme por mi hija. El primer año iba sin ser socio y luego nos hicimos los dos y vamos siempre».

Buenos aficionados que comulgan con la filosofía de crecimiento del club, «con cabeza. Se ha ido poco a poco, en la medida de lo posible. Los directivos piensan que si tienes cinco no puedes gastarte 15», afirma Jesús; «y la gente se da cuenta de ello», añade Esther. Un ejemplo, los partidos de los domingos: «si ves algún partido de LEB Oro en Teledeporte verás cómo están las gradas... Y aquí lleno. Hay muchísima afición», recuerda Jesús.

Jesús y Esther, satisfechos de compartir afición con su hija adolescente, han hecho grupo en el Pabellón. «La mayoría de los que nos sentamos en ese sitio somos los mismos. Detrás del banquillo visitante», dice el padre, aunque su esposa aclara, por si acaso, que «no nos metemos con nadie. Solo en una ocasión se reprendió a un jugador que escupió; porque hay que respetar al público». Aunque «luego nos pidió perdón», añade él. Incluso «a un entrenador le llamamos torero», dice Esther, «pero sin faltar».

YMaría (gran fan del madridista Sergi Llull), siempre sonriente durante la conversación, reconoce que el hecho de jugar en la cantera del club hace que «les sigamos más, a veces van al colegio y entrenan con nosotros».

JAVIER Y ÁLVARO
Javi trabaja en un taller mecánico en Villada y Álvaro en una entidad bancaria de la provincia. Dos amigos que comparten afición. El villadino se incorporó en 2005, aunque hasta que no se empezó a jugar los viernes tuvo difícil acudir. Y Álvaro Maté llegó a jugar, en la EBA, en aquel Ciudad de Palencia donde también estaba Urko Otegui. Luego fue a Ponferrada, en Primera y en EBA y, a su regreso, se hizo socio, ya en la LEBPlata.

Javi (por su trabajo solo puede viajar a Palencia al cerrar el t
aller y casi siempre llega al descanso) recuerda con entusiasmo «una vez contra el Huesca aquí, que perdíamos por 12 o 14 y ganamos al final. Un viernes antes de Navidad, jugaba con nosotros Blackshear». Aunque, como indica Álvaro, «lo mejor es cuando organizamos alguna escapada». Como la que visualiza Javi: «en Orense, el 24 de abril de 2009. Había trabajado en el taller el día 23, el de la Comunidad. Trabajé la fiesta para poder irme el 24 por la tarde, sino no me daba tiempo. Nos metió un triple Néstor Zamora en el último segundo y perdimos.

La semana siguiente ascendimos», ante el Tarragona, día en el que, habla Álvaro, «hora y media antes ya estaba lleno, empezamos 22-0 o algo así, fue impresionante».
Javier también recuerda una conversación «en un partido contra el Lliria. Con una familiar de un entrenador rival, me preguntó que de dónde era y le dije que de un pueblo a 46 km. y me dijo ¿y te haces 46 km. para ver un partido de baloncesto?». Álvaro también recuerda los inicios de esta aventura del club, «cuando igual venían 300 personas. Había más si venía el Madrid, por el nombre. Mi primer partido fue contra el Burgos y había 400 o 500, que ya era mucho». Con esa perspectiva de los años, cree que «verse muy arriba en la clasificación no debe ser la costumbre pero sí la ilusión, sabiendo de dónde venimos».
 
MELCHOR, LAURA Y MARISA
Melchor enseña en Santa Rita, su mujer Marisa tiene un almacén en Fuentes de Nava y su hija Laura estudia enfermería. Laura es una de las colaboradoras del club y, como su madre, integrante (en su caso, destaca orgullosa, como vocal), de la Peña Básket Morao (que tiene el Bar Ángel como sede social y la Academia Solucion.es de lugar de reuniones). Otra familia que, a través de su hija, entró a formar parte de la familia del club. «Íbamos a recogerla después de los partidos y nos enganchamos». Hasta en la taquilla, recuerda Marisa, «cuando iba cada día a por las entradas, me decían: ¿por qué no se hace usted socia?».

Aunque es Laura quien más lo vive («tenemos en la cocina el recorte del periódico del ascenso», afirma), como colaboradora («se vive más desde dentro») y peñista («somos cerca de 50 este año, y eso que no hay muchos viajes»). Algo que sus padres aprueban, sobre todo porque empezó a colaborar con el club, «en una edad complicada, y veíamos que estaba mejor ahí que por la calle». Y dice riendo su madre, «no coge la mopa en casa, pero qué bien la coge allí...». Lo peor, si no hay viaje, es seguir el partido a través de Internet, «mordiéndonos las uñas. Y cuando gana el Palencia, a gritar» dice Laura, siempre activa. Su padre destaca el club como «una organización que hace lo que puede, pero es seria». Y su madre, «la gente que hemos conocido, un matrimonio que tenemos al lado, por ejemplo, al principio no tenían hijos y ahora se vienen con dos».

MIGUEL Y PILAR
Miguel Ángel (General Óptica, colaborador del club «según las posibilidades») y su mujer, Pilar, enfermera, empezaron a ir al Pabellón «hace nueve o diez años, en la EBA, gracias a un amigo, Pachi, que nos regalaba entradas y nos gustó el ambiente. Al año siguiente yo me hice socio y luego mi mujer. No nos perdemos ninguno. Yo me pongo muy nervioso», dice él, «más futbolero pero voy al baloncesto y no al fútbol», que enumera las ciudades que han visitado con el equipo («Orense, Pontevedra, Santiago, Logroño, Zaragoza, Huesca, Burgos, León, Pamplon, Madrid, Cáceres, Salamanca y Gijón»), como dice ella con humor, «fines de semana donde decía la Federación. Hemos conocido varias ciudad así».

Y gente, porque «siempre nos sentamos en el mismo sitio, justo al lado del túnel de vestuarios, unas 15 personas que llevamos mucho tiempo ahí», destaca Miguel Ángel. Lugar desde el que están cerca de la pista para saludar a «algunos entrenadores como Jesús Sala o Alejandro Martínez. El año pasado bajé, tras una derrota, a felicitar al del Canarias, y me dice Raúl, el gerente, quieto, quieto, ¿dónde vas?», recuerda divertido.

Y añade Pilar que «la gente es civilizada. Una vez estuvimos en Sarria, donde había jugado Borja, que estaba en el Palencia. Y estábamos rodeados, éramos cuatro solo, y nos trataron muy bien». Y, por último, añade ella sonriendo, el recuerdo de una eliminatoria de ascenso en la EBA con el Santurce, «me operaron y no pude ir, y mi hijo me quitó la radio, que me decía que se me saltaban los puntos». Aún no han logrado que sus hijos se aficionen.

ENRIQUE Y Mª CARMEN
Y Enrique y María del Carmen son algunos de los muchos aficionados que han llegado este año al club. Viven en el barrio del Pabellón, ya habían acudido en temporadas anteriores y, comenta Carmen «ya el año pasado fuimos a muchos partidos en el último tramo. Y este año fuimos al primero y nos dijo mi hija, ¿por qué no os hacéis socios? Y pensamos, ¿y por qué no?». Igual que a su marido, antiguo «socio del Palencia de fútbol muchos años, más de diez. El baloncesto siempre me ha gustado, pero tampoco es que fuera una cosa exagerada».

Les empezó a llamar la atención el famoso día del ascenso, «nos gustó el ambiente», dice Enrique, «me gusta el ambiente, la afición y principalmente la seriedad de la Junta Directiva. Están haciendo las cosas bien y eso tiene su fruto. Es un espectáculo». María del Carmen lo vive con más intensidad, «me pongo nerviosa», reconoce, «aunque me contengo un poco», por no molestar a sus vecinos de asiento, dice divertida. Ambos, ven el ambiente con una mirada diferente,  como recién llegados, y disfrutan de esa novedad. «El Pabellón está lleno y parece que participas del partido», indica él, que considera que el Palencia Baloncesto tiene «una afición fiel. Aunque los resultados no acompañen, seguirán yendo». Le llaman la atención algunas cosas, como «la deportividad en el juego, incluso tras faltas muy duras», los árbitros, «lo peor que he visto, en general», dice, y que «la gente llega a la hora en punto, a última hora y luego hay colas. Y me incluyo». Y Mari Carmen destaca la cantidad de «gente conocida» que se ha encontrado en las gradas y que enseguida «vas reconociendo» a los vecinos de asiento.

Son 12, podrían ser otros diferentes, aunque como a ellos les uniría una pasión, una afición o, simplemente una buena manera de pasarlo bien con el deporte.

Fuente: D.Palentino

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